El estudio de Cardschat demuestra que la habilidad tomará un papel aún más predominante que en años anteriores, si nos fiamos de unos indicadores nada rebuscados.
La fama, el poder de atracción de las World Series of Poker, a veces ha jugado en contra sus visitantes.
La sucesión de torneos en el mismo recinto y la enormidad de los fields han impuesto estructuras que a veces resultaban ciertamente exigentes para el jugador más acostumbrado al juego deep. La limitación de espacio físico y de tiempo hace necesario un ritmo elevado de eliminaciones en muchos de sus torneos.
Es un contraste brutal con la comprensión de las necesidades de los jugadores que muestran al hacer del Main Event el torneo más jugable del mundo. Cuando disponen de las herramientas necesarias, lo bordan.
En los últimos años se han venido estableciendo una serie de mejoras a las estructuras, mejoras periódicas que parece que van a ser bastante notables en 2019. No es un dato especialmente fácil de deducir debido a los importantes cambio en los stacks iniciales y en la duración de los niveles de algunos torneos, que pueden apuntar incluso a lo contrario, pero el autor Steve Selbrede ha publicado un estudio en Cardschat que demuestra una evolución a mejor.
Este escritor tiene un libro llamado “Tournament Poker For The Rest Of Us” en el que analiza diversos aspectos del juego de torneos para los jugadores recreacionales. En uno de sus capítulos establece unas sencillas fórmulas para comparar la jugabilidad de diversos torneos. No son más que una adaptación lógica de otros cálculos utilizados desde hace años para constatar la profundidad de los stacks, como la M de Dan Harrington.
La base del cálculo es el conocido coste por órbita. Si sumas ls ciegas y los antes que la estructura te obliga a pagar en el nivel en el que estás jugando, obtendrás la cantidad de fichas que te cuesta jugar cada rotción.
Selbrede examina los torneos según su coste de órbita por nivel y los relaciona con diversas circunstancias para establecer la “calidad” del torneo, como las manos que da tiempo a repartir en cada nivel y también los stacks iniciales. Uno de los resultados obtenidos es el número de manos totales que puede sobrevivir el stack inicial hasta quedar blindeado (BOT), restando fichas en cada mano. Otra, más práctico en cierto sentido, comprueba el momento en el que un jugador medio que no está afectado por una varianza apreciable, capaz de ganar fichas para mantener en todo momento su stack inicial, ve reducido el valor de su stack a 30bb de un nivel (Hm).
Según estos dos parámetros -que obviamente están estrechamente relacionados y nunca se van a contradecir-, y comparando varios de los torneos más importantes y populares del calendario de las WSOP, este año las Series van a ser bastante más jugables que en el pasado.
Hasta el Main Event presenta ligeros aumentos en estos parámetros, incrementos que llegan al 46% en torneos como el Seniors (la misma estructura que el Ladies o el Super Seniors) y se dispara a más de l100% en un megaevento como es el Colossus, que ha pasado de ser un bingo a un ser un torneo bastante decente.
Las estructuras que han recortado la duración de los niveles han sido compensadas largamente con un aumento del stack inciial, con efectos contrapuestos. El Millionaire Maker mejora una barbaridad, mientras el Double Stack simplemente permanece prácticamente inalterado.
Y todos estos datos parten de la asunción de que la adopción del BB ante en todos los torneos de las WSOP no consigue celerar el número de manos repartidas por nivel, algo que tendría que darse en la teoría pero no parece que los jugadores y los crupieres hayan logrado trasladar a la práctica, al menos en los torneos que ha estudiado el autor para tomar la decisión de no revisar esta variable.
Según las tablas de Steve Selbrede, los eventos de las WSOP que mejoran su jugabilidad respecto a 2018 son una abrumadora mayoría.
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