“Todo se trata de hacer la jugada equivocada en el momento correcto”, dice Lancey Howard en The Cincinnati Kid; y el Team Pro de PokerStars utiliza este clásico del poker para explicar una interesantísima mano que disputó en Pot Limit Holdem durante la World Series Of Poker.
Esperamos que lo disfrutes:
“Esta es la situación: evento de u$s 2.000 de pot limit hold’em durante World Series of Poker. Con aproximadamente 35 jugadores en carrera, eres el chip leader con 23.000 puntos en fichas. Los jugadores de tu mesa estuvieron jugando de forma muy conservadora, mientras que tú impusiste tu liderazgo a través de un estilo muy agresivo. Te encuentras jugando tu A♣J♦ y quedan exactamente 34 segundos para el break de cena. Lee Markholt (un excelente jugador de pot limit hold’em) limpea por 300 desde posición media (ciegas en 150-300). Con aproximadamente 18.000 en su stack, Lee está tercero en fichas. Tú te ubicas a la izquierda de Lee, en posición hijack.
Bueno, este es un contexto en el que me vi involucrado. Los sucesos que ocurrieron después hicieron que se convierta en una mano interesante, la cuál me gustaría compartir con ustedes. Entonces, transitemos esta mano juntos, ronda por ronda, y veamos cuáles fueron mis sensaciones durante el camino.
Preflop: cuando Lee hizo limp, supuse que tenía una mano como J-10 en suit, par de seis o alguna otra combinación de cartas conectadas. No tuve miedo de que él tuviese A-A o K-K. Sin embargo, tenía que averiguarlo y fue así que tomé el control de la mano e hice una subida a 1.200. Todos foldearon y sólo Lee pagó el adicional de 900.
El flop: J♥5♠2♠. Parecía un buen flop para mí entonces; cuando Lee pasó, decidí hacer una apuesta fuerte por 1.500. Podría haberle hecho una apuesta de hasta 2.850 (el tamaño del pozo), pero raramente hago la apuesta máxima en pot limit hold’em. Lee me pagó instantáneamente, lo cual me puso feliz. No percibí mucha fuerza en él. Sentí que si había flopeado un set de dos o de cincos, me hubría hecho un raise, esperando que yo tuviera un par alto y le diera acción. Su check/call daba a entender que tenía J-10, Q-J, K-J o hasta J-9. Incluso, no descarté la posibilidad de que tuviese una mano como 6-6. Con cualquiera de esas manos, asumí que Lee estaría contento de hacer check/call en el flop y luego que ambos hagamos check en el turn y el river.
El turn: J♠. “Gran carta para mí”, pensé. Luego, para mi sorpresa, Lee salió apostando 5.000, suma que significaba una apuesta por casi el tamaño del pozo. Mi conciencia me hacía ver eso como un símbolo de debilidad (como que él pensaba que tenía la mejor mano aunque no the nuts). Estaba casi seguro que tenía J-10. Luego reflexioné un poco más y supuse que podría ser 6-6 con una pica. No creí que Lee me pusiese en tres jotas. Si él me ponía en un overpair, la jota sería la carta a la cuál yo más le tendría miedo. Por alguna extraña razón nunca se me ocurrió que Lee tuviera color. Es difícil de explicarlo, pero realmente no sentí que lo tuviese.
Lee todavía conservaba 10.000 fichas más, luego de la apuesta de 5.000. Yo estaba convencido de tener la mejor mano y mi único dilema era si debía esperar al river para sacarle todas sus fichas o bien hacerlo ahora.
Decidí que debía ir por todo ahora, haciéndole una subida de 7.000 más. Ya sé, ya sé, debí haber ido all in pero, como dije antes, raramente hago la apuesta máxima en pot limit hold’em. ¿Por qué? Bueno, eso es algo que voy a explicar en otra columna y en otra oportunidad. Pero ahora, concentrémonos en esta mano.
Lee me miró asombrado como diciendo: “¿Qué estás haciendo? No ves que no te estoy bluffeando. ¿Para qué me subes entonces?”. Para ese momento la mayoría de los jugadores estaban cenando durante el descanso. Tenía planeado aprovechar al máximo la cena, pero quedaba claro que no iba a tener mucho tiempo para comer.
Lee permaneció pensando durante más de 6 minutos. Inicialmente lo había puesto en una mano con tres jotas pero con un kicker peor que el mío aunque, cuanto más tiempo se tomaba, más me daba cuenta que… ¡ouch! ¡Tiene color! Así que dejé de pensar en “por favor pagame” y pasé a “¡no!, ¿qué hice?”.
Parecía que habían pasado tres días hasta que, finalmente, Lee foldeó su mano y dijo: ”Seguro tenías color más alto. No hay ninguna mano posible, salvo un color más alto, para que puedas haber jugado de esa manera. Puedes haber tenido par de ases con el A♠ aunque, si hubiese sido así, los jugaste de un modo muy audaz”. Dado esto, consideré tener algún tipo de gesto con él y le dije: “Cuando termine el torneo te voy a decir lo que tenía”.
Entonces, ¿en qué pensaba Lee? ¿Por qué apostó 5.000 con su color (dijo que tenía 9♠8♠ y, de todo corazón, se lo creí) y luego foldeó ante mi subida? Seguro fue porque Lee tenía muy en claro que yo también tenía color. Entonces pensó que como yo le había subido su apuesta, tenía color más alto. El estaba muy seguro de que yo no lo estaba bluffeando y ¡tenía razón! No lo estaba engañando, estaba apostando con lo que yo creía que era la mejor mano. La única mano que Lee no consideró fue A-J con el A♠. Si hubiese tenido esa mano, igual le habría hecho raise, incluso si hubiese pensado que tenía color. Lo que realmente sucedió aquí es que yo no pude leer a mi oponente. Las cosas resultaron mejor de lo que se podía pedir.
Entonces, ¿realmente hice una buena jugada o fue pura suerte? Si hechas un vistazo rápido a esta mano vas a darte cuenta de que gané un pozo enorme con la peor mano. De acuerdo al Teorema Fundamental del Poker, esta mano la jugué óptimamente (si no estás familiarizado con los fundamentos del teorema del poker, puedes encontrar una explicación completa en el libro The Theory of Poker, de David Sklansky). Esto significa que si hubiésemos jugado mostrando las cartas, sería obvio que Lee cometió un error y tendría que haber pagado.
Hay más cosas en esta mano de las que se pueden ver a simple vista. Aunque claro, resultó ser la mejor jugada para mí, ¡pero lo hice por error! Mi intención no era bluffear a Lee. Mi intención era proteger mi mano, ya que creía que era la mejor en ese momento.
Finalmente, yo votaría “pura suerte” por lo siguiente: si lo hubiese puesto en color, no habría hecho esa jugada porque no pensé que Lee hubiese foldeado un color. Si hubiese pensado que Lee iba a foldear un color ante mi raise, entonces habría votado por “habilidad”. Como eso jamás pasó por mi cabeza, entonces fue pura suerte.
Hablé con Lee al día siguiente y me contó que se despertó desesperadamente en el medio de la noche diciendo “no lo puedo creer, tenía A-J”. ¿Puedes creer que éstas cosas sólo se te ocurren a las 3 de la mañana cuando lo único que quieres es dormir?
Aunque sea un trago difícil de digerir para cualquiera, Lee es un caballero y aceptó con calma los hechos. También decidí compartir otra cosita que lo iba a dejar más tranquilo. La mano terminó durante un break del torneo y el dealer (a quien vamos a mantener en el anonimato) mostró qué hubiese sucedido si Lee me pagaba: el river hubiera sido la cuarta jota, dándome poker.
Por lo tanto, Lee hizo una mala jugada foldeando en el turn y no arriesgando su stack de 10.000. Mientras tanto, yo hice la mejor jugada que se podía hacer, aunque lo hice inconscientemente. Esto me hace recordar un viejo dicho que dice: “Todo se trata de hacer la jugada equivocada en el momento correcto” (Lancey Howard en The Cincinnati Kid).
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