Relajado. Así se define Carlos Ibarra. Y cómo no creerle, si en enero de este año viajaba a Argentina y en plena cordillera se le rompió el filtro de aceite a su BMW. El auto comenzó a incendiarse, pero lejos de lamentarse, tomó su teléfono y pidió otro vehículo. Reanudó el viaje y la pasó chancho. El arreglo costó bastante, pero le dio igual.
Nació en Puerto Montt, pero vive en Los Andes. Ha tenido discoteques, pubs y restaurantes. Hoy posee cuatro locales en la Quinta Región. Pronto abrirá uno en Santiago. No le va mal. “Es buena persona. Siempre está enseñando y dando consejos. Por eso le va bien”, resume un amigo.
Bueno para el chiste y burlesco, miente de entrada. Al preguntarle su edad sonríe nervioso y responde “32”. Luego tose y se contradice: “En realidad son 36”. Pero nadie le cree. Sus amigos ríen y él también. Luego asegura que juega Poker desde los tres años. Vuelve a reír.
Su carrera comenzó entre amigos. Cerraba su bar de madrugada y se quedaba jugando cartas. Uno de ellos insistía en que probaran con el Hold’em. “A las pocas semanas me enteré que se haría un torneo en el casino de Viña y me inscribí de inmediato. A los cinco minutos salí eliminado. No tenía idea cómo jugar y entraba a todas las manos. Pero luego había un repechaje y me inscribí. Salía $400.000. Mientras esperaba, me puse a ver cómo jugaban y me di cuenta que había que esperar y foldear un montón de posibilidades. No tenía idea. Luego juego, clasifico a la final y gano el segundo lugar. El premio fue de $13.500.000”, relata.
A veces también juega en Internet. Su Nick en PokerStars es Tankoprim. “Me siento cómodo jugando ahí”, resume. Como su jornada laboral termina tarde, compite solo en torneos de madrugada y no registra ganancias. “Es que me quedo dormido”. A veces también practica el Omaha y el Stud. “De apurado me equivoco y termino inscribiéndome en esos torneos”.
¿Cómo defines tu perfil de jugador?
Soy pésimo (risas)… En realidad, soy una mezcla entre cauteloso y agresivo. También ocupo mucho el instinto.
¿Has estudiado el Poker?
No soy tan fanático para comprar libros o leer estrategias en la web. Soy autodidacta, me he formado solo. Observo y analizo. Le busco fórmulas por todos lados y trato de acomodarme al perfil de cada jugador… pero finalmente los golpes de suerte son tremendos. Si estás en racha, ganas y te disparas, pero de lo contrario cuesta mucho. Por más que intentes, si no le pegas al principio es difícil hacerlo después. Por eso varían tanto los ganadores.
¿Es verdad que te gusta aprovecharte de los novatos?
Lo que pasa es que observo las tendencias de las personas. Algunos juegan solo manos seguras, otros son muy agresivos y también están los pasivos. Hay que tener cuidado con cada estilo y acomodarte lo mejor que puedas.
¿Te vuelves agresivo cuando tienes fichas?
Por supuesto. Si tengo fichas, me cambia la química y por consiguiente las cartas. Me vuelvo intratable y mis cartas también. Le pego a todo.
¿Tienes alguna mano preferida?
Sí, claro. El par de ases me gusta mucho (risas)… en realidad todo depende del momento del torneo, el nivel de las ciegas y tu stack de fichas.
¿Cómo juegas un par de ases?
En general lo flopeo. Pago lo justo o paso. Si subes corres el riesgo de llevarte solo las ciegas y eso no sirve. Prefiero arriesgarme a perder esa mano y esperar que otros aumenten. En todo caso, depende mucho de la posición en que te encuentres.
¿Recuerdas alguna mano que te enorgullezca?
Hay una que recuerdo mucho. Estaba short stack con siete millones y medio en fichas y las ciegas estaban en dos millones. Yo estaba en posición mediana y ligo par de ases en mano. Cualquiera habría ido all in, pero solo igualo. Paga el tipo del botón, la ciega chica completa y la grande pasa. En el flop cae 10 As As. Las dos ciegas pasan y llegó mi turno. Hice mucho teatro, reclamé por las cartas, conté mis fichas e hice el amago de ir all in, pero pasé. Eso motivó al tipo del botón a apostar 4 millones. Tenía el 10. Los otros dos foldean y yo solo pago, simulando que buscaba el color. La cuarta carta no ayudó a nadie, paso y mi rival manda cinco millones. A mí me quedaba un millón y medio. La pienso mucho rato y pago. Muestro poker de ases y todos quedaron sorprendidos. Fue muy simpático.
¿Y alguna mano que te avergüence?
No. Ninguna.
Yo, Poker
Carlos Ibarra ha llegado a innumerables mesas finales en torneos Master y Pro de la serie enjoy. En la mayoría se ha ubicado entre los tres primeros lugares. Sobre su nivel de ganancias se declara ignorante, ya que en general la gasta rápido ya que el Poker no entra dentro de su presupuesto de vida.
¿Por qué juegas entonces?
Porque me encanta. Es un juego perfecto. También me gusta por la competencia. Obvio que igual me gustan los premios, pero no es que los necesite.
¿Qué rol ocupa en tu vida?
Es un balón de oxígeno. Paso metido en mis negocios y la rutina había empezado a afectarme. Me sentía atrapado, pero apareció el Poker y volví a respirar tranquilo. Creo que lo jugaré hasta que muera.
¿Cómo defines la realidad del Poker en Chile?
Cuando jugué torneos internacionales noté el peso de los jugadores brasileños y argentinos. Están acostumbrados a jugar pozos enormes, entonces cuando competimos por muchas lucas nos achicamos demasiado. El gran ejemplo es que en el LAPT de Viña a casi ningún chileno le fue bien. Los tipos sabían mucho y eran súper agresivos. ¡No les importaba el pozo enorme que se estaba disputando! Yo, en cambio, pagué casi dos millones por la entrada y eso afectó mi juego. Por ejemplo, tuve que botar un proyecto de color porque el otro me tiró all in y cuando foldeo, el ‘weón’ me muestra las cartas y resulta que no tenía nada. Quedé loco, pero lo rescatable de ese día fue que escuché un gran consejo: “para jugar Poker hay que saborear la derrota”. No puedes jugar con miedo; de lo contrario, estás perdido.
¿Admiras a jugadores del circuito?
Varios me inspiran respeto, sobre todo por su agresividad. Me refiero a tipos como Aurel Bogdan, Eduardo Hasbún y Amos Ben. Son jugadores muy peligrosos, que se la juegan siempre y hay que tener mucha cautela cuando los enfrentas.
¿Es mucha presión estar en el número 1 del ranking?
Por supuesto. Resulta agobiante. No puedo jugar relajado porque ando pendiente del puntaje y debo tomar demasiados resguardos. Es difícil arriesgarse y pensar que tus escoltas se mantienen en sus mesas. Foldeo muchas manos y pierdo juegos que en otras circunstancias habría ganado. No estoy jugando bien, ando medio acobardado.
¿Cómo intentaste superarlo?
La verdad es que no le encuentro la fórmula. Ando incómodo. La presión de ser primero te impide desarrollar tu juego libremente. Además, si bien es cierto que estoy número uno, hay muchos otros que me superan. Yo juego por entretención y muchos lo llevan en la sangre. Manejan los lenguajes técnicos y estudian libros. Yo no.
¿Crees que la química a la que te referías antes se vio perjudicada por esta presión?
Por supuesto.
¿Qué consejo le darías a alguien que está empezando a jugar?
Uf, qué Difícil. Lo fundamental es que practiquen mucho. Si juegan con amigos y no tienen plata que apuesten ají: el primer eliminado se come uno entero, el segundo tres cuartos y así sucesivamente. El punto es que si apuestas poco no te importará perder y, si eso pasa, no podrás mejorar tu juego. Con los ajíes aumenta la presión y creces como jugador. En los torneos gratuitos al primer proyecto te mandas all in y si no resulta da igual. Y así es imposible aprender. La derrota debe doler lo más posible.
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