En el poker mucho se asemejan los movimientos del juego a las cadenas de deducciones que forman las más intrincadas teorías científicas.
Los mejores jugadores, los campeones de torneos, los profesionales de los casinos no se caracterizan por tener un carácter arrojado e impulsivo.
Por el contrario, con sabia parsimonia calculan mentalmente las posibles combinaciones de cartas que pueden utilizar sus contendientes y provocan en ellos esos estallidos tortuosos de precipitación, con las que regalan botes repletos, apuestas acumuladas en cantidades cuantiosas, pequeñas fortunas que dejan ir por la precipitación de un solo parpadeo. Y es que desde cierta perspectiva, el poker, como el ajedrez, es un deporte ciencia.
Cartografiando el azar
Si bien las posibles combinaciones que pueden alcanzar las cincuenta y dos diferentes cartas que entran en juego en una partida de poker son, hasta cierto punto, incalculables, no por ello dejan de ser aprovechables ciertas estrategias que pueden cartografiar el azar para forjar el triunfo de los jugadores más inteligentes.
Es cuestión de efectuar la deducción certera y rauda sobre qué cartas podrían aparecer a continuación, al revisar la mano propia. Es prácticamente imposible adivinar con exactitud las combinaciones de los oponentes, pero sí que es factible estructurar una serie de probables resultados, en referencia a los naipes propios. Así como las ciencias se caracterizan por la capacidad de predecir eventos de acuerdo a la medición de los fenómenos causales, el poker puede ser abordado como una red de efectos mensurables, originados por una marea de azar, densa e ilimitada.
Las posibilidades del triunfo
Los jugadores inteligentes, los estudiosos, los reflexivos, más que medir las oportunidades de triunfo con que cuentan dan por sentada su victoria por cuenta propia, y analizan cuidadosamente las posibilidades que tienen para materializarla. El poker tiene la belleza transparente de una tela de araña, vinculada por puntos milimétricos, pero sólidos, y da la pauta para el zarpazo más letal, que puede darse en cualquier momento.
Los grandes campeones de poker lo saben bien porque lo saben todo antes de la siguiente mano. Las jugadas más famosas que se conservan en los anales del poker, esas que sólo en lugares como Las Vegas o Montecarlo se preservan en archivos documentales, nos darían la evidencia necesaria para corroborar la matemática de este juego fascinante. Vale la pena pues, estudiar el poker con ahínco y perspicacia, tratando de captar su ritmo y sus más caros secretos.
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