Puedes buscar minas de oro de reciprocidad en cualquier rincón del universo del poker. Busca un tema, cualquier tema. Puede ser tan general como “selección de comida” o tan específico como “A K en big blind en limit hold’em”. La forma de buscar ese oro es viendo cosas que podrías hacer de forma distinta en el futuro, cosas que crearán o aumentarán diferencias ventajosas entre tú y el oponente y, así, causar un flujo hipotético de dinero en tu dirección.
El dinero hipotético no se gasta, pero sí inspira. Recuerdo la primera vez que oí hablar sobre el “valor esperado”. Aprendí que cada apuesta tiene dos resultados: el resultado esperado, basado en el análisis y el resultado real, basado en lo sucedido.
Inmediatamente me obsesioné con el dinero hipotético. Todo lo que quería saber era mi puntaje. Y con eso me refiero que quería saberlo inmediatamente después de la mano. Pero no tenía idea sobre como determinar el valor esperado real de una escalera y, mucho menos, de una mano completa.
Sin darme cuenta, pedí prestada experiencia de mi vida anterior como jugador de bridge — donde mi puntaje era completamente dependiente de los puntajes ajenos — y se me ocurrió una manera de analizar una mano de poker que satisfacía mis necesidades.
Después que la mano terminaba, cambiaba de lugar con mi oponente, le daba mis cartas y mi posición y yo tomaba la suya y realizaba un análisis recíproco. Imaginaba como la jugada de la mano podría haber resultado en escenario inverso. Entonces, tomaba el resultado imaginario y lo comparaba al resultado real y así obtenía una impresión de quien realmente ganaba la mano, en teoría.
En ocasiones, no lograba averiguarlo con mucha precisión, pero a veces sí, especialmente si la mano tenía pocas variables y ramificaciones y me enfrentaba a oponentes familiares.
Por ejemplo, digamos que un día me salga par de reyes y a Joe le salga par de aces. Jugamos la mano y gana US$100 a mis costillas. En ese momento “finjo” que eso sucedió al revés, dándome a mí los aces y a Joe los reyes. Ahora pensaría en las posibles jugadas más probables, tomando esta ola de probabilidades y asignándole un número.
En este ejemplo, digamos que determiné que me salió a mí el par de aces y hubiera ganado US$80. La ecuación sería así: Joe ganó US$100 en el mundo real. Yo gané US$80 en mi mundo de fantasía. Entonces, mi puntaje final es -US$20. Puedes aplicar este método a una ronda de apuesta o varias combinadas.
Sigamos en esta línea de raciocinio y miremos a las manos iniciales en el hold’em. En realidad, como todos lo sabemos, la mano inicial menos rentable del poker es 72 y a mejor es par de aces. En reciprocidad, la mano menos rentable sigue siendo 72, pero no porque es la peor mano. 72 es la mano menos rentable porque la mano que más se juega de forma similar.
Entonces, ¿cuál es la mano más rentable, desde el punto de vista de la reciprocidad? ¿Es el par de aces? No. La mano que tiene el mayor potencial de reciprocidad es la mano que hace con los jugadores la juegues de distintas maneras. Y eso es algo entre las manos que rara vez se foldean y las manos que rara vez se juegan. Casi nadie foldea aces antes del flop, por lo que no pueden ser las manos más rentables.Es improbable que la mano más rentable sea justamente la misma mano para todo el mundo a través del espacio y el tiempo, lo que significa que la respuesta varía de jugador a jugador. Y eso significa que cualquier respuesta que produzcamos será solo un “achunte” informado. Pero qué tanto, yo voy primero.
En el hold’em, creo que la mano que más beneficios me ha generado a lo largo de los años es Q-10. Esa es la mano en la que he jugado de formas más diversas en relación a mis oponentes, con mayor frecuencia.
Hasta ahora, he estado respondiendo la pregunta “¿Qué es la reciprocidad?” En el resto de este artículo (que veremos muy pronto como continuación de este) responderé las preguntas “¿Dónde la encontramos y cómo la cobramos?” examinando la reciprocidad como se aplica información, posición, bankroll, tilt, y apuesta. ¡Trae tu pala y busquemos oro!
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